sábado, 4 de agosto de 2012

La Calendula de la Reconciliación.


Pues os pongo al día de mi vida.

A finales de enero de este año, tuve una ruptura sentimental con M., mi pareja desde hacia catorce años y medio. De hecho, no fue una ruptura, ya que no pusimos punto final a nuestra relación, así que la puerta de nuestra relación quedó entreabierta.

Esta situación, me hacia sentirme atrapado y atado de manos, ya que el no haber cerrando esa puerta, me impedía empezar una nueva vida, y por otro lado, no podía hacer mas que esperar un acercamiento por parte de M.  Fueron pasando los días, y ese acercamiento, no llegaba, así que me fui sumiendo en una especie de espiral emocional.

A principios de Julio, decidí poner una fecha definitiva para salir de esta espiral emocional en la que me encontraba. La fecha, era el 27 de Julio, la misma fecha que empezamos a salir y por tanto me parecía romántico cerrar el circulo en la misma fecha en que todo comenzó, llamadme tonto si queréis.

El día 15 de Julio era el bautizo de mi sobrino Ma. (el hijo de la hermana de M.). Yo era y soy el padrino, cargo que acepté con gusto antes de nuestra ruptura y cargo que sigo aceptando y valorando después de la misma.
Mi intención era darle el ultimátum a M. en el bautizo y decirle que si tenia alguna intención real de aportar el mas mínimo granito de arena para reparar nuestra maltrecha relación, ese era el momento, ya que de lo contrario... se acabaría.

Pues bien, por motivos que desconozco, ese día estaba muy receptiva y no fue necesario dar ningún ultimátum ni nada semejante. De hecho, ese día, ha sido un punto de inflexión en nuestra relación, ya que desde entonces el contacto ha sido prácticamente diario. Seguimos viviendo separados, pero el acercamiento llegó.

Según vayan pasando los días, podré valorar si tenemos futuro juntos o no, pero lo que puedo garantizar, es que por mi parte no van a faltar las ganas de retomar una relación que no merecía pasar por este suplicio. El tiempo lo dirá!

Debo reconocer, que esta siendo la peor época de mi vida, a nivel emocional, aunque también noto que gracias a esta experiencia, he madurado mucho emocionalmente.

Al lio!

Este viernes, he quedado con M. para ir a un restaurante al que llevaba tiempo queriendo ir  La Caléndula. Es un restaurante regentado por la chef Iolanda Bustos, una de las promesas de la cocina catalana moderna, esta chef lleva un paso mas allá el concepto de "producto de la tierra", ya que en su cocina, da un papel protagonista a las flores, a las plantas y a los frutos silvestres comestibles, que desde hace años nos regala la naturaleza y que con el paso del tiempo hemos dejado de valorar y de utilizar.

Aquí tenéis las maravillas que ahí nos sirvieron. Os advierto que suelo ser muy critico, con este tipo de eventos, ya que considero que son "caprichos" que no podemos permitirnos muy a menudo y deberían rozar la perfección en todos sus aspectos.


Empezamos con un entrante, Flor de calabacín rellena de bacalao en tempura, con espuma de romescu.


Me encantaria decir que estaba perfecto, pero la verdad es que la tempura estaba aceitosa y la espuma, era excesivamente volatil, ya que con solo tocarla con el tenedor, se desmoronó y se convirtió en salsa. Dicho esto, el plato, excelente en presentación y perfecta la combinación de sabores.
El entrante venia regado con una cerveza Gala, de fabricación própia, que tiene la particularidad, que tiene un marcado perfume a flores, muy buena y lo dice alguien a quien la cerveza no le gusta.


Seguidamente nos sirvieron, Sopa fria de tomate y fresa, con helado de queso azúl y crujiente de albahaca.




Un plato precioso a la vista, con una sensibilidad que solo una chef como Iolanda Bustos, puede transmitir. La combinación de ácidos de la fresa y el tomate, contrastando con la potencia y la untuosidad del helado de queso azul, convierten este plato en el más sorprendente de la noche. Aunque sorprendente, no fue el mejor plato de la noche, ya que lo mejor estaba por llegar.



El siguiente plato fue, Ensalada de langostinos, con mayonesa de flores, melón y hojas de hierbas silvestres.


Por extraño que parezca, para mi, este fue el mejor plato de la noche. Una ensalada sorprendente, con una combinación de sabores "redonda", contraste entre fríos y calientes. Ya se que una ensalada es relativamente fácil técnicamente, pero probarla y me entenderéis!


Este plato venia regado con un vino Pansa Blanca D.O Alella, un vino blanco frutado, con un toque ácido que iba relativamente bien con la ensalada.

En este punto, es en el que me toca dar un toque de atención a quien corresponda!

Nuestro camarero-maitre, se olvidó de traernos el vino, así que tuve que pedírselo.
Este detalle en un menú de 9€ de medio día, no tiene la mayor importancia, pero si esto ocurre en un menú degustación que supera los 60€ por comensal, pues considero que es un gran fallo!!

Seguimos!

El siguiente plato, un Tataki de atún con escaluñas y pétalos de clabellín.



Otro plato excelente, el atún en el punto justo de cocción, las escaluñas (cebollas francesas) perfectamente estofadas, y los pétalos de clabellín, en este caso no ofrecían un aporte gustativo, pero si aromático y estético.

El vino era el mismo que con la ensalada y para este plato, si que maridaba a la perfección.



El próximo era el plato de carne. Lomo de conejo en escabeche de pétalos de rosa.



Un plato técnicamente perfecto! Precioso! otra gran muestra de sensibilidad por parte de la chef Iolanda Bustos.

El conejo, en su punto, tanto de cocción, como de temperatura. El escabeche, simplemente perfecto, sin mucho sabor a vinagre, ni un sabor excesivamente marcado para no "tapar" el fino sabor del lomo de conejo y las rosas. Un plato magnifico!!

Este plato iba regado por un Heus D.O Empordà, un vino negro, joven, pero con carácter. Es un coupage de las variedades garnatxa, merlot, syrah y samsó, procedente de la bodega *LaVinyeta, una bodega con un potencial increíble y que estoy seguro que dará que hablar en el mundo de la enología.


Y ya pasamos al pre-postre. Sorbete de lima y gengibre, con frutos rojos y nube de rosas.



Precioso pre-postre, con un toque de originalidad en el algodón de azúcar. Los sabores intensos y ácidos, cumplieron perfectamente la función de limpiar el paladar y prepararnos para un postre mas contundente.


Para los postres, nos sirvieron (sin tener que recordarselo) un Champanyet de flores de saúco.
una bebida realizada por el propio restaurante, que aun y llamarse champanyet, no esta hecho a base de uva, sino que esta realizado con agua, azúcar, limón y saúco. Una gran sorpresa, ya que es una bebida refrescante y muy aromática perfecta para acompañar a los postres.


El postre en sí, fue un Pastelito de coco y chocolate con granizado de mojito.



Un buen postre, muy lejos de la calidad, estética y originalidad del resto del menú, pero que cumplía con la función de endulzar nuestro paladar.


Para terminar, Infusión digestiva de menta, regaliz, hinojo, etc...



una infusión natural que nos permitió acabar la velada con un fantástico sabor de boca.


Valoración Personal.

La chef.
Debo reconocer que tengo una debilidad especial por la chef Iolanda Bustos, ya que creo que es una firme sucesora del legado de la sublime Carme Ruscalleda, aunque hoy por hoy se encuentre unos peldaños por debajo de ella. Aun y así, estoy seguro que si continua por este camino, dejará de ser una promesa para convertirse en una figura de la cocina catalana, gracias a su sensibilidad y a sus frescas y originales ideas. Segueix així!!


El restaurante.

El restaurante ha sido diseñado por el estudio de diseño Trestrastos, es un ambiente acogedor, con la cocina abierta en el centro del restaurante y a la vista de todos los comensales, convirtiendo a todas la mesas, en la mesa del chef. Una fantástica idea!

El servicio.
Como imaginareis, este fue el punto negativo de la cena.
La función del servicio es ayudar a trasladar a la mesa el cariño y la dedicación con la que la chef ha realizado cada uno de los platos, así como encargarse de que los comensales estén a gusto en todo momento. En este caso, hubieron varios fallos, el más grave, tener que recordar a nuestro camarero que tenía que traernos el vino correspondiente a cada plato, pero eso no fue lo único. Por ejemplo, solo nos explicaron los platos en el momento de servirlos, en dos ocasiones, en el resto, nos apañamos leyendo el menú escrito. También tuvimos que preguntarle en cada una de las ocasiones como era el vino que íbamos a tomar.
Como he comentado antes, estos fallos son asumibles otro tipo de restaurante, pero si lo que se pretende es brindar una experiencia inolvidable, el servicio debe ser de calidad, a la altura de los platos o los vinos que en él se sirven.
Lamentablemente, creo que esta es la pata de la mesa que hay que ajustar en el restaurante La Calèndula.

Recomiendo a todos los que leáis este articulo visitar este fantástico restaurante y disfrutar de los platos ideados por la chef Iolanda Bustos. Si mejoran el servicio y siguen por este camino, no me sorprendería que pronto luzca una estrella Michelin junto al nombre del restaurante.

Visitarlo: Restaurant La Calèndula


Piltrafilla.

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