jueves, 16 de agosto de 2012

Bravas en el Campo.


Hola a todos y a todas,

Hoy os traigo la receta de todo un clásico, las patatas bravas!!



Ayer día 15, era festivo, y dado que mi vida emocional anda un poco "movidita", necesitaba desconectarme de ella y entretener a mi mente en otras cosas, y qué mejor que cocinar?

Así que fui con mis padres y con Lluna a la casa de campo que tienen alquilada entre mis padres y mis tíos.

Está a escasos 20 minutos de casa, pero está completamente inmersa en la naturaleza. Siempre he dicho que para mi, este tipo de sitios, tienen un "poder", ya que tienen la capacidad de hacer que el tiempo vaya mucho más despacio.
Es de esos sitios a los que vas por la mañana y vuelves después de cenar y al llegar a casa tienes la sensación de haber estado fuera dos o tres días. Me ayuda a desconectar y además es un entorno familiar, en el que te sientes arropado, tanto por tu gente, como por la naturaleza que te rodea.



Respecto a mi vida emocional, os adelanto que el martes, decidí jugarmela a "todo o nada", ahora solo puedo esperar a que M. reaccione... Ya veremos.

En el próximo post os explicaré con más detalle lo que ocurrió.

Pero ahora vamos a por las Patatas Bravas al aroma de ajo y romero.






Se que es un plato sencillo y rústico, pero estando en el campo, no se me ocurrió nada mejor para ir "picando".

La manera más rápida y sencilla de hacer unas patatas bravas, es ponerlas al horno cortadas a dados, pero hoy os explicaré una forma mucho mejor, aunque bastante más laboriosa. En este caso tendréis que dedicarles mucha atención y cariño.

El tema esta en conseguir que los dados de patata, sean tiernos por dentro, pero crujientes por fuera.

Como conseguimos eso?    Pues la única manera, es hirviendo antes las patatas (ya cortadas en dados). No tenemos que hervirlas como para hacer un puré, sino hasta el punto en que podamos atravesarlas con un tenedor sin hacer mucha fuerza. Me encantaría poder deciros el tiempo exacto que debéis tener las patatas hirviendo, pero es imposible, ya que hay demasiados factores variables, potencia del fuego, inducción o vitro, tipo de patata, tipo de recipiente, etc...  Así que os tocará estar atentos e ir mirando constantemente en que punto están las patatas, para que no se os pasen.

Una vez en ese punto, las escurrimos, pero no las remojamos.

Ahora usaremos un cazo mediano, relativamente alto, para poder poner el aceite y que las patatas queden sumergidas por completo. Pondremos el aceite, no seamos tontos, no es necesario utilizar un aceite de calidad, ya que a la que lo llevemos a ebullición, perderá prácticamente todas sus propiedades organolépticas (sabor, textura, aroma) y seria absurdo "malgastarlo" para freír. Lo que si haremos, será aplastar dos dientes enteros de ajo con el cuchillo y ponerlos con el aceite junto a una "ramita" hermosa de romero fresco.
Esto lo pondremos a fuego medio/bajo, un par de minutos, para que el aceite infusione con el ajo y el romero.
Después subimos un poco el fuego y vertemos las patatas semi-hervidas.
Esperamos a que el aceite empiece a hervir. No tiene que ir muy fuerte, ya que se nos quemarían demasiado rápido las patatas, hay que buscar el punto (como en todo).
A partir de ahí, toca darle cariño, con un "meneito" constante. Como si estuviéramos ligando un pil-pil.
Nunca removeremos las patatas con nada, ya que si las removemos con un tenedor, espátula o similar, corremos el peligro que se nos deshagan.
Cuando veáis que empiezan a tener el color correcto, las escurrimos y las ponemos sobre papel absorbente. Un poco de sal por encima y al plato!

Ahora solo toca poner la salsa brava por encima (o por separado, al gusto) y listo!

P.D: otro día os explicaré como hago la salsa brava, pero no puedo desvelar todo los secretos a la vez, no?

Espero que os gusten.


Piltrafilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario