En mi entrada anterior, os dije que había quedado con M. para ir a cenar a solas, este viernes pasado. Pues bien, a media tarde M, me envió un mensaje diciendo que no se encontraba muy bien, y que no tenia demasiadas ganas de salir, que mejor lo aplazásemos hasta otro día.

Como podréis imaginar, no me hizo mucha gracia, pero tenía que respetar su decisión. Soy consciente que hace muy poco que ha muerto su abuela, y que son momentos difíciles, así que tenía sentimientos encontrados, por un lado estaba molesto por no ir a cenar con ella y por el otro entendía perfectamente que no estuviera de humor, tras la muerte de su abuela. Así que la llamé para que me explicara un poco como estaba. Me explicó que le dolía la cabeza y la tripa, pero que emocionalmente estaba bien, hablamos unos minutos, pero el tono de la conversación se fue volviendo agrio. Nuestra situación es muy tensa y cualquier comentario se interpreta como un ataque por parte de los dos. Quedamos en que el domingo me llamaría para ir a comer o a tomar algo.
Por mi parte, yo me fui a cenar con los compañeros del fútbol, pero durante la cena, envié un mensaje a M. disculpándome por si no había sabido expresarme correctamente, ya que me apetecía verla y me sabía mal que no fuera posible. Ella contestó que no pasaba nada, y que también notaba que ella estaba un poco más susceptible de lo habitual.
Llegaron las 19:00h de la tarde del domingo y no tuve noticias de M. Yo había quedado con un amigo, para ir a ver juntos El Clásico (Barça vs. Madrid) y justo antes de irme a ver el partido, recibí un mensaje de Mo. preguntándome que tal estaba. Hablamos un rato y le propuse ir a cenar juntos después del partido, a lo que aceptó encantada.
He analizado porque le propuse a Mo. el ir a cenar, y si bien debo reconocer que hay un punto de ansiedad y enfado por no haber recibido la llamada de M., me surgió de manera espontánea y creo que es porque me siento muy a gusto con Mo. y creo que inconscientemente, mi cabeza quería relajarse y disfrutar de buena compañía.
La recogí por su casa después del fútbol (sobre las diez de la noche), y la noche se alargó hasta las dos de la mañana, señal que me sentía cómodo. Sigo sintiéndome mal por no sentir atracción por ella, ya que objetivamente me parece que "me vendría" de maravilla como pareja, pero... sigue sin haber nada más que una buena amistad.
Fuimos a la Taberna Txalaka, que como habréis deducido, es una taberna vasca. Debo decir, que no era mi primera elección, ni mi segunda elección, pero los domingos por la noche, hay muchos restaurantes que no abren, así que me quedaba poco donde elegir.
Paso a contaros la cena.
El primer plato de la noche fue un Carpaccio de piés de cerdo con vinagreta de Trompetas de la muerte.
Como habréis podido percibir, la presentación, no es el fuerte de este local. Manteles de papel, platos de cerámica de la abuela, copas de los "chinos", etc... Si lo comparamos con cualquiera de los otros tres restaurantes que he visitado y de los que he hecho el análisis en el blog, parece que están a niveles completamente diferentes, pero hay que recordar que lo que se valora en un restaurante, por encima de cualquier otra cosa, es el sabor de la comida, así que habrá que ser objetivo.
Este fino carpaccio de pies de cerdo, con la vinagreta de trompetas de la muerte (es una seta), estaba realmente bueno. No soy un amante de los pies de cerdo, pero servidos en carpaccio, son mucho más agradables de comer. En resumen, un buen plato de sabores tradicionales.
El siguiente plato, fue un Lomo de atún marinado con verduritas y vinagre balsámico.
Nuevamente triste presentación (parecía servido en un cenicero), pero un sabor fantástico. El atún y el vinagre, casan a la perfección. El sabor recordaba a un escabeche si llegar a serlo, el atún estaba perfectamente cocinado por el efecto de los ácidos del vinagre. Muy bueno!
El siguiente plato fueron unas Patatas de Olot de rostit casero.
Vayamos por partes. Olot, es un pueblo de montaña, de la provincia de Girona, de donde es la receta de estas patatas. Se trata de dos láminas de patata, con estofado de carne dentro (a modo de sándwich y rebozadas en harina y huevo. Realmente están exquisitas, y su origen, (como el de muchas recetas), se debe a la cocina de aprovechamiento. Antiguamente, en las casas de payés, se hacía el Rostit, que es una especie de estofado de carne (hay alguna diferencia, pero básicamente es un estofado). Se tardaba unas tres o cuatro horas en hacer el rostit, así que se solía hacer en grandes cantidades, pero como antiguamente no habían congeladores, no se podía guardar la carne, y de la necesidad de buscar una manera de aprovechar esa carne "sobrante", nació la idea de las patatas d'Olot.
Estas estaban buenísimas, con un sabor muy tradicional, algo en lo que la cocina vasca, siempre ha hecho mucho inca-pie. El "pero", nuevamente fue la presentación, (he comido platos de menú de medio día en restaurantes de carretera, con mejor presentación que este). Una lástima.
El siguiente plato, unos Garbancitos salteados, con butifarra negra.
Unos garbanzos con butifarra negra (fuera de Cataluña la llamáis longaniza), desmenuzada y con piñones. Muy buenos, tiernos y sabrosos, nuevamente un sabor tradicional, que recuerda a la cocina de la abuela. Aunque nuevamente también, presentación triste en un "cenicero".
El siguiente plato, una Mini Hamburguesa de ternera con cebolla caramelizada y reducción de Garnatxa.
Una mini hamburguesa de ternera de Girona, de mucha calidad y un sabor intenso, con una textura suave y con el toque dulce de la cebolla y la reducción de Garnatxa (vino dulce parecido al Moscatel).
Siento ser repetitivo, pero pésima presentación, en un plato feo y con los bordes rotos, acompañamiento triste de tres trozos de patata al horno, que hacían aun más decadente, si cabe, la presentación del plato.
El último plato antes de los postres, fue una Botifarra Dolça con caramelo de manzana y canela.
Un pincho en toda regla. Una tostadita de pan, con un trozo de butifarra dulce, y una compota de manzana y canela. Un perfecto plato caliente, pero ligeramente dulce, para preparar al paladar, para los postres.
Y llegaron los postres con un Flan de Mató y crujiente de miel.
El Mató es una especie de queso fresco que está a caballo entre el requesón y la cuajada. El flan estaba muy bueno, suave, esponjoso y con mucho sabor a mató. Los crujientes de miel, le iban que ni pintados al sabor del mató, ya que es la forma tradicional de comerlo. Un muy buen postre, con un punto de originalidad en su ejecución, y nuevamente, basado en sabores tradicionales.
Valoración personal:
Entiendo que una taberna, no es lo mismo que un restaurante, pero en este caso, el menú cuesta lo mismo en cualquiera de los restaurantes y en lo que a puesta en escena y ambientación se refiere, esta taberna está muy lejos de cualquiera de los restaurantes que he visitado.
Soy consciente que hay que valorar el sabor de la comida, y en eso, los platos cumplían sobradamente, pero todos sabemos que la comida entra por los ojos, y el hecho de no cuidar la presentación, puede provocar que la experiencia no sea tan agradable como debería. La presentación de un plato, puede elevar el plato, o destruirlo y en este caso, la presentación (o la falta de ella) arruinaba todo el menú.
En el día a día si vas a una taberna vasca, sabes lo que vas a encontrar, pero en este caso, se trata de un concurso de menús de tapas y "compiten" contra restaurantes de categoría y sinceramente, creo que no están a la altura. La taberna Txalaka, está bien para ir con los amigos a hacer una cerveza y picar algunos pinchos, pero no es un restaurante, y creo que no deberían haber participado con un menú en el concurso, ya que, haciendo una metáfora, es como entrar con un seat panda, en una carrera de superdeportivos. No es que el panda vaya mal, ni mucho menos, pero esta fuera de lugar, son categorías completamente diferentes.
Piltrafilla.
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